La primavera ha llegado y con ella nuestras ganas de solecito. Queremos olvidarnos de los abrigos y quitarnos los leotardos. Por aquí ya hemos guardado las botas, las bufandas y los gorros, pero por si acaso nos hemos quedado con las katiuskas y los chubasqueros. Que mucho tiene que llover todavía.
Desde pequeña tengo la costumbre de vestirme de dentro para fuera. Sí, ya sé que sólo los superhéroes lo hacen al revés, pero me refiero a elegir, aun no sé si consciente o inconscientemente, las capas inferiores en función lo que me vaya a poner arriba. A veces incluso es al revés, en función de los calcetines o la ropa interior, elijo los pantalones y el jersey. Bueno total, que esta manía mía la he terminado extrapolando a toda la familia. Al final sin previa planificación acabamos vestidos con colores parecidos o a juego.
También es verdad que tenemos mucha ropa igual, desde camisetas en colores parecidos hasta mini-modelos de zapatos idénticos . No sé hasta que edad me lo permitirá Catalina, pero mientras yo disfruto.
Facilita mucho las cosas el hecho de que es ella quien se viste como yo y no yo como ella, porque así de primeras, me estoy viendo con un tutú rosa y unas bailarinas de purpurina.
Los fines de semana le dejo elegir su ropa. A veces le doy varias opciones, otras ella coge el vestido y yo le pongo los leotardos y zapatos o al revés. De este modo ella toma sus propias decisiones pero no va hecha un cristo.
Al final todo se pega y hasta mi marido sin darse cuenta muchas veces termina conjuntado a la perfección. Si ya lo dice el refrán, dos que duermen en el mismo colchón….
No os creáis que siempre vamos conjuntados, hay días que parecemos Parchís ;). Pero por lo general acabamos llevando tonos parecidos, por lo menos entre los peques.
Y vosotras, ¿os gusta ir a juego con vuestros hijos? Haced la prueba, al final sale solo.